Alcohol, tabaco, drogas, sexo, trabajo, comida; con todo nos piden moderación. ¿Y con el judaísmo cómo andamos? En Uruguay, por lo menos, la lógica funciona así: el judaísmo religioso observado en exceso es avalado; sin embargo, el judaísmo moderado, sea laico, tradicionalista o religioso es visto como una debilidad y no como una virtud de quien lo practica.
Hace algunos meses le comentaba a un integrante de la Organización Sionista del Uruguay sobre los excesos del grupo ultraortodoxo antisionista Neturei Karta, cuyos integrantes, días antes del Día de la Independencia de Israel, realizaron pintadas sobre las paredes de Jerusalén en las que equiparaban a los sionistas con los perros.
El dirigente me dijo que eran unos pocos locos a quienes no debía prestarle mayor importancia.
Quizás tenga razón. Pero yo prefiero no dejar hacer ni dejar pasar. Sucede que los Neturei Karta y los Satmer (también antisionistas) no son unos pocos locos, ya que entre ambos grupos suman más de 100 mil integrantes que realizan marchas en contra del "herético" Estado de Israel en varias de las ciudades más importantes del mundo: Nueva York, Londres, Bruselas, Montreal, entre otras.
Además, manifiestan en Israel contra las elecciones democráticas y a favor que el estado judío esté regido por leyes religiosas y no civiles.
Por si no fuera poco en las últimas semanas los Neturei Karta participaron en el congreso revisionista sobre la Shoá (Holocausto judío) organizado por el presidente iraní Ahmadinejad.
En Uruguay, por otra parte, algunos nos intentan imponer costumbres y hábitos foráneos, desconocidos en la historia de la comunidad judía, en su mayoría sionista, hebraista y tradicionalista.
Bendiciones de "rebes" (cualquiera viene bien) e invitaciones para emborracharnos todos juntos ("todos", porque a "todas" las dejan excluidas) en la festividad de Simjat Torá (finalización de la lectura del Pentateuco).
Guy Oren, uno de los fundadores de Temura", instituto de judaísmo humanista secular israelí, planteó en un artículo publicado en el sitio web Ynet que luego de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén la verdad dejó de residir en una sola familia, la de la casta sacerdotal, por lo cual cada persona de acuerdo a su visión del mundo y a sus convicciones personales tiene el derecho de interpretar las sagradas escrituras.
Además, según Oren, la destrucción liberó al judaísmo de una etapa primitiva de ritos idólatras (sacrificio de animales) y lo llevó al trabajo del corazón (avoda shebalev) representado por la oración.
A mi entender, la respuesta moderada debe ser: hay muchas formas de ser judío, y nadie nos va a decir qué significa ser judío y cómo se es judío. Si cada uno de nosotros manifiesta sus discrepancias con aquello que le quieren imponer como lo establecido del judaísmo, nos aseguraremos ser un pueblo libre, democrático, pluralista, y por sobre todo, moderado.