25 jun 2009

“Alemania es probablemente el único país de Europa que realmente enfrentó su pasado”

Rabino húngaro Zsolt Balla, primer graduado del seminario ortodoxo alemán luego de la Segunda Guerra Mundial

Cuando Hitler destruyó a la judería alemana, nunca pensó que esta renacería, y aún menos que nuevos rabinos surgirían de allí. Pero 64 años luego del final de la Segunda Guerra Mundial dos jóvenes rabinos le dieron un cachetazo al líder nazi y a la historia: el ucraniano Avraham Radbil, de 25 años, y el húngaro Zsolt Balla, de 30 años, graduados del seminario rabínico ortodoxo de Berlín (Rabbinerseminar zu Berlin), clausurado por los nazis en 1938. La ceremonia de ordenación fue transmitida en directo por la televisión alemana el martes 2 de junio desde la sinagoga Ohel Jacob de Munich.

Balla está casado con Marina, de Ucrania. Ambos son padres de Naomi de 16 meses. El hoy rabino, recién supo que era judío al cumplir los nueve años. Sucede que en su Budapest natal, durante el período comunista, no se hablaba sobre asuntos religiosos. Fue la Biblia, cuyas historias disfrutaba desde pequeño, que lo acercó al mundo judío. Ahora, es el quien busca acercar a los judíos alemanes a la tradición, sin hacer ningún tipo de diferencia, ya que no le gusta la idea de que la forma de “vestirse o cubrirse la cabeza cree una separación”.

Además del judaísmo, Balla es un apasionado de la música. Toca el bajo eléctrico en fiestas judías junto a compañeros de su yeshivá (casa de estudios judíos), ya que para él “la música es una herramienta importante para ayudar a las personas a vincularse con el rezo, y en un sentido amplio, a vincularse con el judaísmo, cuando no están cerca de él”.

El novel rabino y bajista le concedió una entrevista a Semanario Hebreo. A continuación un resumen de ella:

- ¿Cuándo y por qué decidió estudiar para rabino?

- Luego de finalizar mi Master en Ingeniería y Administración en Hungría quise tomarme un año para dedicarme a los estudios judíos. En ese entonces apareció como una opción interesante integrarme por un año a una yeshivá en Berlín. Luego del año de estudios me di cuenta que lo que realmente me apasiona es la educación, el aprendizaje y la enseñanza del judaísmo, por lo cual me quedé un año más. Luego de ese segundo año, entendí que si quería hacer algo serio en ese campo debía prepararme, por lo cual me inscribí al programa de ordenación rabínica de la yeshiva.

- Usted es húngaro. ¿Cómo es la vida judía en Hungría?

- En Hungría viven muchos judíos, pero lo que falta es el tipo de judaísmo con el que yo me siento más cercano, el judaísmo que está comprometido con los valores tradicionales y el aprendizaje pero que a su vez es accesible para la gente que quiere acercarse; un judaísmo de puertas abiertas para cualquiera que desee ingresar, aprender y vivenciar. En Hungría es muy difícil vivir la experiencia que el judaísmo tradicional propone a nuestra sociedad hoy en día. Sin embargo, cada vez más judíos en Hungría tratan de hacer algo para cambiar la situación.

- ¿Cómo fue su infancia y juventud en Budapest?

- Hasta los nueve años no supe que era judío. Cuando niño adoraba leer; uno de mis libros favoritos era la Biblia con sus encantadoras historias. En 1988, cuando tenía nueve años, en el bloque de Europa del Este las personas sabían que pronto las cosas cambiarían y que las sinagogas e iglesias abrirían sus puertas al público. Vi un aviso en mi escuela pública anunciando que una iglesia católica ofrecía clases de Biblia los domingos. Le pregunté a mi madre si podía ir. Ella, luego del shock inicial, me explicó que yo debería ir a otro lugar. Cuando me enteré que era judío, no significó mucho para mí; quizás sólo que me di cuenta que todas esas historias que me gustaban eran sobre nuestros ancestros.
Mi madre, a través de su familia, me encontró una escuela dominical en una de las sinagogas de Budapest donde empecé a estudiar Torá (Biblia judía), historia y observancia judía.

- Pero, ¿por qué no sabía que era judío?

- Simplemente porque era un tema (el judaísmo) del cual la gente no hablaba.

- ¿Sus padres son religiosos, tradicionales o seculares?

- Vengo de un entorno secular pero recibí algo de mis padres de lo cual les estaré siempre agradecido: me dejaron vivir mis sueños y constantemente me dieron su apoyo, incluso si no entendieron cómo me volví completamente diferente a ellos. Estuvieron a mi lado a lo largo de todo el camino y tengo con ellos una gran deuda.

-¿Cómo se siente al ser uno de los dos primeros rabinos en obtener la ordenación en Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial?

- El sentimiento es de una gran responsabilidad. Yo sé cuan importante es este evento en la historia del judaísmo alemán y sé que tengo que hacer todo lo posible, dentro de mis posibilidades, para estar a la altura de las expectativas.

- Usted también es músico. ¿Qué instrumento toca?

- En la yeshivá organizamos una pequeña simcha-band (banda musical para fiestas) que le da la posibilidad a las parejas jóvenes que se casan de contar con una banda de música judía. En la banda toco el bajo eléctrico (instrumento similar a la guitarra eléctrica) aunque también toco la guitarra tradicional. La música tiene un poder increíble que puede ayudar a las personas a expresar las cosas que les son difíciles de describir con palabras. La música, también, es una herramienta importante para ayudar a las personas a vincularse con el rezo, y en un sentido amplio, a vincularse con el judaísmo, cuando no están cerca de él.

- ¿Qué opina del rabino – músico Shlomo Carlebach? ¿Le gusta su música?

- La música del rabino Shlomo Carlebach, de memoria bendita, jugó un importante papel en mi vida. En Hungría, cuando me hice religioso, no estaba en contacto con la música judía contemporánea. Estaba acostumbrado a un cierto tipo de plegaria que mucho no sentía. Hace casi diez años atrás, durante un Shabat en Israel, de casualidad encontré un minián (grupo de oración) del estilo Carlebach donde la plegaria tenía un significado profundo y diferente. Entendí que la plegaria puede ser mucho más; me inspiró a aprender más sobre ella.

- ¿A qué rabinos admira?

- Es una pregunta muy difícil de responder. Estoy agradecido a todos los rabinos, cuyos libros tuve la oportunidad de leer. Admiro a los rabinos Jonathan Sacks (gran rabino del Reino Unido) y Akiva Tatz (rabino sudafricano experto en ética médica), entre otros rabinos contemporáneos, porque la manera en que discuten los temas fundamentales del judaísmo es profunda y honesta, hablan al corazón de las personas, las inspiran y las traen más cerca de nuestras tradiciones.

- En las fotos de su graduación rabínica, aparece vestido de negro. ¿Se siente más cerca de la ultraortodoxia o del sionismo religioso?

- Uso kipá (solideo) tejida (característica del sionismo religioso) y sombrero negro al mismo tiempo. Trato de mantenerme fuera de la política ya que tengo un profundo amor por la Torá, el pueblo judío e Israel. No me gusta la idea de que la forma de vestirse o cubrirse la cabeza cree una separación entre nosotros. Visito Israel con mi familia tan seguido como puedo.

- ¿Qué sabe sobre el judaísmo sudamericano?

- Lamentablemente no lo suficiente. Hace años estuve en Israel con un grupo internacional donde había gente de México, Panamá, Chile y Brasil. Sé que en rasgos generales los judíos sudamericanos están más comprometidos con el judaísmo que los judíos de Europa del este.

- ¿De qué trabaja?

- Actualmente estudio y trabajo como director de Programas de la Yeshivá Beis Zion de Berlín donde completé mis estudios rabínicos. También enseño en la Midrashá Lauder en Berlín, que es un seminario religioso para mujeres. Desde setiembre seré oficialmente rabino visitante en la ciudad de Leipzig (Alemania), donde el tío paterno de Shlomo Carlebach, Efraim, fue rabino entre 1924 y 1935.

- ¿Qué estudios seculares realizó?

- Realicé un master en Ingeniería y Dirección en la Budapest Technical University. Me especializo en la dirección de productos y en la ergonomía del software.

-¿Cuál es su relación con los movimientos Jabad, conservador y reformista presentes en Alemania? ¿Y con los judíos de origen sefaradí?

- Con los primeros tres movimientos no tengo relación. En cuanto a los sefaradim, en nuestra yeshivá y midrashá tenemos muchos estudiantes que provienen de familias de origen bujaro (llamadas así por la importante población judía que vivió en la ciudad de Bujara, hoy Uzbekistán) o georgianas.

-Si le ocurriera como al sabio judío, Hilel el anciano, que un no judío le pidiera que le enseñe todo el judaísmo mientras él pudiera permanecer parado en un solo pie, ¿qué le diría?

- La respuesta de Hilel contiene lo fundamental. No lo podría decir en otra forma: lo que es odioso para ti no se lo hagas a tu prójimo; eso es la Torá. Pero para saber cómo implementarlo en la vida real hay que empezar a estudiar. Esa es la clave.

-¿Por qué vive en Alemania, país que se asocia con la peor tragedia de la historia del pueblo judío?

- Puedo entender los sentimientos de aquellos a los que Alemania les trae malos recuerdos. Mi generación, sin embargo, tuvo que comprender que Alemania es probablemente el único país de Europa que realmente enfrentó su pasado. Nos tenemos que enfocar en la situación presente, en la cual hay mucha necesidad de educación judía en Alemania, ya que sólo a través de la educación los judíos tenemos un futuro, por el cual yo trabajo.

-¿Por qué la comunidad judía alemana está creciendo?

- No estoy seguro que esta siga siendo la tendencia. La inmigración oficial de la ex Unión Soviética se ha detenido; ahora es tiempo de poner el esfuerzo en educar y ayudar a aquellos que ya están aquí.

-¿Por qué el antisemitismo está creciendo en Europa?

- La presente crisis económica tiene un efecto en las ideas y grupos radicales. Lamentablemente, siento que el antisemitismo está creciendo. Pero no creo que Europa sea peor que otro lugar en el mundo. Incluso en Nueva York insultan a los judíos.

20 jun 2009

El amigo europeo de Chávez

La caída del comunismo y del Muro de Berlín hizo pensar que con la llegada de los años ’90 las dictaduras europeas habían llegado a su final; los tiempos de la democracia se instalarían en el viejo continente.

Pero la historia vuelve a repetirse. Y esta vez, una vieja república soviética vuelve a ser la protagonista. Bielorrusia (que no debe ser confundida con Rusia), es presidida desde hace 15 años por un ex integrante del Partido Comunista Democrático (hoy independiente), el economista e historiador Aleksandr Lukashenko, amigo y socio comercial del presidente venezolano Hugo Chávez. 

De 54 años, padre de 3 hijos varones (el menor de madre desconocida), pelado y con un prolijo bigote, Lukashenko ha ganado las dos últimas elecciones con cerca del 80% de los votos; una cifra altamente elevada para los resultados de cualquier comicio electoral, lo cual generó vanas acusaciones de fraude por parte de sus opositores. 

En 1996, el referéndum que convocó para enmendar la Constitución bielorrusa finalizó con un 70% de apoyo para su propuesta, lo cual le permitirá presentarse indefinidamente a la reelección presidencial. Lukashenko no habla español pero con el presidente venezolano Chávez se lleva de maravillas. “Usted es una persona de amplios conocimientos, pues conoce muy bien no sólo la economía de Venezuela, sino también de Bielorrusia, y me encanta ver que también entiende en asuntos militares y en la industria de guerra”, señaló el líder bielorruso sobre el venezolano luego de su primer encuentro en Minsk, la capital bielorrusa, en julio de 2006. 

 También en julio, pero de 2008, Lukashenko le entregó a Chávez la Orden de Amistad de los Pueblos de la República de Bielorrusia. El presidente anfitrión elogió a su colega y además mencionó los negocios que unen a ambos países. “En Venezuela nosotros estamos realizando una serie de proyectos muy importantes para las economías de nuestros estados. Entre ellos está la extracción de petróleo y la construcción de maquinaria. Sin el aporte del estimado presidente Hugo Chávez no tendríamos los resultados que tenemos hasta el momento”. 

 Por su parte, el venezolano resaltó sus vínculos ideológicos. “Tú y yo luchamos contra los mismos enemigos. Nuestros pueblos luchan contra el mismo adversario: el imperialismo. Y hay que ponerle apellido, es el imperialismo norteamericano y los países lacayos que le siguen”, afirmó. Asimismo, Lukashenko es amigo del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, y recibió la orden de la Revolución de manos del libio Muammar al-Gaddafi. Pero al bielorruso también le gusta practicar un juego de enfrentamiento y coqueteo con Occidente. 

Cuando asumió el demócrata Barack Obama como presidente de Estados Unidos dijo que se parecía a él. Sin embargo, fue un duro crítico del gobierno de George Bush, a lo cual recibió como respuesta el mote de “último dictador de Europa” por parte de la ex secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice. También, en los primeros días de junio se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Avigdor Liberman. 

Luego de la reunión entre ambos, Lukashenko dijo sobre los judíos bielorrusos: “Nuestros judíos son un pueblo especial. Ellos constituyen una fibra moral en nuestra relación”. Sin embargo, el año pasado el premier bielorruso había llamado “mugrientos” a los judíos ya que, según sus palabras, las ciudades de Israel que él había visitado eran un “chiquero”. Este episodio llevó que el estado hebreo convocara a su embajador en Minsk para consultarlo sobre el asunto. 

Como todo líder que pretende perpetuarse de por vida en el poder, Lukashenko también se aprovecha del deporte. El mandatario bielorruso fue electo presidente del Comité Olímpico de su país en 1997. Es evidente que mucho aprendió del dictador italiano Benito Mussolini, anfitrión del Mundial de fútbol de 1934, y del nazi Adolf Hitler, quien organizó los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín.

Precisamente, Lukashenko es un admirador de Hitler. “El orden alemán evolucionó a través de los siglos y alcanzó su cumbre durante el gobierno de Hitler”, afirmó. Su gobierno también tiene reminiscencias del período comunista. 

El 80% de la economía bielorrusa está controlada por el Estado y es el único país de las ex repúblicas soviéticas donde todas las granjas siguen siendo colectivas. También, como en tiempos de la Unión Soviética, el presidente bielorruso apresó, en 2006, a su rival político Alexander Kozulin, quien fue condenado a cinco años y medio de prisión por realizar una marcha en la que acusó al gobierno de fraude electoral. El último conflicto del que fue parte ocurrió esta semana. 

Según informa el diario ABC de Madrid, el domingo 14 de junio no acudió a Moscú para participar en la cumbre de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB). No lo hizo en protesta por el embargo decretado por las autoridades rusas a los productos lácteos fabricados en Bielorrusia. La percepción que tiene Lukashenko de sí mismo es muy diferente a la de sus opositores internos y a la de los países de Europa Occidental. 

Así lo demuestra el párrafo final de su autobiografía, publicada en el sitio web de la Presidencia bielorrusa: “Alexander Grigoryevich Lukashenko es un defensor de los programas internacionales que aseguran los derechos humanos y las libertades fundamentales; es un luchador contra el terrorismo, la violencia, y el abuso de las drogas y el alcohol”.