17 dic 2015

Jánuca: fiesta de las luces y de la identidad judía

Por el Lic. Martín Kalenberg (*)

Jánuca es un término hebreo que significa reinauguración, pues conmemora la purificación y renovación del Templo de Jerusalén en el año 165 antes de la era común luego de que fuera profanado por el imperio greco-seléucida encabezado por el rey Antíoco IV Epífanes.

La festividad, también conocida como Fiesta de las Luminarias, recuerda el milagro sucedido al reestablecerse el funcionamiento del templo, cuando los judíos encontraron un único frasco de aceite certificado por el sumo sacerdote para el encendido de la menorá (candelabro de siete brazos). Esta pequeña cantidad de aceite, que debía durar para un único encendido, lo hizo para ocho días (tiempo suficiente para elaborar más aceite certificado).

Para rememorar este milagro en cada casa judía se enciende durante ocho días un candelabro de ocho brazos (denominado Janukiá) al cual cada día se le va sumando una vela (la luz se incrementa diariamente) hasta completar ocho velas prendidas. También es costumbre realizar encendidos públicos de la Janukiá con el objetivo de difundir el milagro sucedido, hoy 2015 hace 2180 años.

La Fiesta de las Luminarias también rememora la victoria del pequeño ejército judío de los macabeos sobre el poderoso imperio, el cual había impuesto diversas restricciones a la práctica del judaísmo con el fin de cercenar la identidad israelita: prohibió la ceremonia de la circuncisión (brit milá) y las celebraciones del sábado judío (Shabat) y del principio de mes (Rosh Jódesh), conmemoraciones preciadas para el pueblo judío que se asocian con su ciclo de vida.

Es por ello que también se considera a Jánuca como una fiesta de la libertad religiosa, pues promueve el derecho de cada persona a manifestar sus ideales y practicarlos libremente.

Los macabeos fueron un grupo de hombres dirigidos por el sacerdote Matatías que desafiaron y derrotaron militarmente a los griegos en lo que fue conocida como la rebelión Jasmonea, puesto que los macabeos fundaron la dinastía Jasmonea que gobernó Judea y zonas aledañas del 164 al 63 antes de la era común. La historia de estos guerreros está detallada en el primer y segundo libro de los macabeos, que integran el canon católico del Antiguo Testamento pero no así la biblia hebrea puesto que los doctos judíos los catalogaron como deuterocanónicos.

Es costumbre durante la festividad el comer alimentos freídos en aceite como medallones rellenos de papa y berlinesas (borlas de fraile) simples o rellenas para recordar el milagro asociado al frasco de aceite.

Los niños reciben regalos y juegan a la perinola, como forma de recordar que los judíos que vivían bajo el dominio greco-seléucida jugaban al trompo para que sus opresores no sospecharan que estaban estudiando la Torá (biblia hebrea), lo cual estaba prohibido por el imperio.

Jánuca generalmente se conmemora en diciembre (en este 2015 se festejó desde el domingo 6 al atardecer hasta el domingo 13 al anochecer), aunque también puede abarcar algunos días de noviembre o enero, y no está vinculada con otras conmemoraciones religiosas del último mes del año civil: Navidad, la festividad Kwanzaa de los afroamericanos estadounidenses, y Mawlid, la fiesta del nacimiento del profeta Mahoma para el Islam, que en este 2015 también se conmemora en diciembre.

Sin embargo, todas estas fiestas tienen un denominador común: la alegría, la reunión familiar, la luz y la elevación de deseos de paz para toda la humanidad.

(*) Martín Kalenberg es graduado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad ORT Uruguay. Integra el grupo Nuevas Generaciones del Congreso Judío Latinoamericano. Fue cofundador de la rama joven de la Confraternidad Judeo-Cristiana del Uruguay.

26 jul 2015

Los antídotos para Tisha BeAv: respeto, comprensión, amor y reparación

Le Ilui Nishmat (para la elevación del alma) de mi queridísimo amigo Walter Ryzowy, Alter Moshé ben Itzjak HaCohen (Z´L), quien nos dejó este último 17 de Tamuz. Con su hombría de bien, Walter honró la memoria del primer Cohen HaGadol (sumo sacerdote), Arón, el hermano de Moisés, quien amaba y propiciaba la paz entre el hombre y su semejante.

Por la pronta liberación de los israelíes Abraham Mengistu y otro joven del cual aún no sabemos el nombre, secuestrados por el movimiento terrorista palestino Hamas.

Esta tardecita comenzó el ayuno de Tisha BeAv (9 del mes de Av), uno de los días más aciagos del calendario judío junto a Iom HaShoá VeHaguevurá (día del Holocausto y la Valentía del pueblo judío) y Iom Hazicarón (el día del recuerdo por los jaialim -soldados caídos- y por todas las víctimas del terrorismo antisraelí y antisemita).

El 9 de Av marca el final de las tres semanas de duelo que comenzaron con el ayuno del 17 de Tamuz, que recuerda -entre otras desgracias- el comienzo de la destrucción del segundo Beit HaMikdash (Templo de Jerusalem).

El rabino Abraham Itzjak HaCohen Kuk (zt´l), primer gran rabino ashkenazí de la Palestina británica, explicó que así como el Beit HaMikdash fue destruido por el odio gratuito entre los judíos, el mismo será reconstruido por el amor gratuito entre los integrantes del pueblo de Israel.

Antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem por parte del comandante militar romano Tito, en el año 70 de nuestra era, los judíos de la actual capital israelí no se respetaban entre ellos a pesar de ser hombres letrados.

¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros? La tradición judía nos lo responde.

Durante las tardes de Shabat (sábado) que unen a los días de Sefirat HaOmer (la cuenta de los 49 días del Omer, que comienza en el segundo Seder de Pesaj y termina en Shavuot) con Rosh Hashana —y que por lo tanto incluyen también las semanas de duelo entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av—, la tradición ashkenazí nos aconseja estudiar Pirkei Avot (traducido al español como Ética de nuestros padres o Capítulos de nuestros padres), el tratado más popular y de sencilla lectura de nuestro Talmud.

Compendio de ética judía por excelencia, Avot (como es conocido popularmente en el judaísmo), nos lleva a reflexionar sobre nuestros vínculos con el prójimo, acerca de cómo debemos respetarlo, comprenderlo y amarlo. “En un lugar donde no haya hombres, trata de serlo tú”, nos enseña el sabio Hilel, en uno de los capítulos de este tratado.

Los conceptos de shem tov (o sea, el buen nombre que debe tener cada uno de nosotros, mencionado en Avot) y de mentsch (que en alemán significa literalmente hombre, pero que en su sentido judaico define a un hombre de bien), comprenden a las personas rectas, honestas, humildes y bondadosas que hacen por su prójimo más de lo que la ley les exige; atributos estos que deberían acompañar la vida de cualquier judío y, por supuesto, de cualquier hombre o mujer de bien.

Por otra parte, asociamos el término reparar con el hecho de arreglar objetos, pero también se aplica —tanto en español (según la Real Academia Española) como en hebreo— a la reparación de los vínculos interpersonales, entre sujetos. En este sentido, la plegaria Aleinu Leshabeaj —que pronunciamos en nuestros tres rezos diarios— nos sugiere en uno de sus fragmentos que debemos reparar el mundo en el marco del reinado divino  (“letaken olam bemaljut Shadai”).

Los vínculos interpersonales siempre son complejos y es mentira aquello de que el tiempo cura las heridas; el remedio para las heridas es el habla, poder expresar arrepentimiento, cuando nos equivocamos, y poder aceptarlo de aquel que se equivocó con nosotros. Sigamos el ejemplo de Arón el sacerdote: amemos a la paz y hagamos actos de bien por ella, como hizo Arón; amemos a toda criatura viviente y ayudemos a que viva en armonía con las demás.

Qué luego de este Tisha BeAv sepamos que cada vez que reparemos una relación humana estaremos ayudando a la unión y hermandad del pueblo judío y de toda la humanidad.

14 may 2015

El atentado a la AMIA novelado: una manera original de conservar la memoria


Este año se cumplen 16 años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) pero los culpables aún siguen en libertad. A medida que siga pasando el tiempo, la dificultad de juzgar y encarcelar a los autores intelectuales y materiales del acto terrorista se hará más difícil. Pero, ¿recordamos con exactitud los sucesos del atentado? ¿por qué ocurrió en Argentina? ¿en qué está la causa AMIA hoy día? A éstas y a otras preguntas las responde la novela “Matar sin que se note” (Editorial Planeta, 2009) del escritor y conferencista argentino-israelí Gustavo Perednik.

De una forma original Perednik, de 53 años y doctorado en educación en la Universidad ORT Uruguay, rememora la causas, las razones y los efectos del ataque terrorista. El personaje principal, Daniel Kindere, que según el autor esconde a una persona real, nos relata su propia investigación sobre la masacre, en la que cuenta con dos colaboradores de lujo: el fiscal de la causa, Alberto Nisman y el estudiante universitario chino Meng Zenguá de la Universidad Hebrea de Jerusalén, un apasionado investigador de la historia argentina.

La lectura del libro atrapa al lector por lo cual se hace muy llevadera. La angustia, la desesperanza y la tristeza se juntan con la esperanza, el humor y a veces la ironía. El libro abunda en detalles y denota un importante trabajo de investigación, que según declaró Perednik al sitio defdigital.com.ar, le llevó dos años.

Leer a Perednik siempre vale la pena. Conocido conferencista en temas judíos, dicta anualmente cursos en todo el mundo, desde la Universidad ORT Uruguay hasta China. Con un estilo que a veces es confrontativo y provocador -según Perednik es solamente polémico-, remite al estereotipo del “porteño agrandado”. Tiene una base teórica indiscutible que ha llevado a la práctica con la creación del renombrado Centro Hebreo Ioná en Argentina y, más recientemente, la Fundación Hadar. Autor de 14 libros y de cientos de artículos que abarcan la temática judeo-sionista, busca con esta obra, según afirmó a Semanario Hebreo, que se “sepa la índole de la guerra en la que estamos inmersos”.

A continuación un resumen de la entrevista vía mail que Semanario Hebreo mantuvo con Perednik:

- ¿Por qué eligió el tema del atentado a la AMIA para esta novela histórica?

- El tema de la judeofobia me es muy cercano desde hace muchos años. Mi libro “La judeofobia” lleva varias ediciones y en varios idiomas. Cuando fue el atentado en Atocha (España, el 11 de marzo de 2004) también escribí un libro sobre cómo los españoles encaraban la lucha contra el terrorismo: “España descarrilada”. Por todo ello, era casi natural que me interesara por los ataques judeofóbicos en Buenos Aires que fueron los peores desde la Shoá (Holocausto del pueblo judío). El catalizador que me lanzó a escribirlo fue la amistad que me dispensó el fiscal (de la causa AMIA) Alberto Nisman, que me facilitó mucho la investigación.

- ¿Por qué relata los hechos ocurridos en un estilo novelado en lugar de realizar una descripción histórica?

- Porque me parece más ameno y llevadero. Además, los personajes en juego se me presentaban tan humanos, y las actitudes que cada uno fue tomando tan dignas del análisis, que creo que sólo una novela podía recogerlo con profundidad. Finalmente, me permite una dosis de ironía que en esta narración me suena a valiosa.

- ¿Podría haber escrito este libro viviendo en Argentina?

- Estoy viajando a Argentina con tanta frecuencia que para el caso creo que no cambia demasiado la cosa. Es cierto que cuando los iraníes se enfurecen son capaces de la violencia más descontrolada. Pero si todos nos callamos ante ellos, van a terminar islamizando al planeta como pretenden.

- ¿Y si no hubo camioneta Trafic? Resulta interesante el razonamiento que plantea en el libro respecto a que al negar la Trafic, y por ende la bomba, y al terrorista, podríamos terminar negando al atentado y a la propia AMIA. ¿Quiénes razonan así y por qué? Y si de buena fe pensáramos que no hubo Trafic, ¿a qué hipótesis podríamos llegar?

- No hay posibilidades de pensar que no hubo Trafic si es “de buena fe”. Está exhaustivamente probado y sólo podrían insistir en ese delirio quienes quieran ensuciar la investigación y los resultados a los que ha llegado. Me parece que el libro muestra a las claras lo de la Trafic. Los que razonan así son periodistas interesados en desviar la atención y cubrir de neblina lo que fue una investigación seria. Por una vez tienen que acusar a la izquierda autista de asociarse al canibalismo de Irán, y eso les molesta. Para ellos siempre la culpa la tiene que tener (el ex presidente estadounidense) Bush o Israel.

- ¿Por qué el personaje Daniel Kindere oculta a una persona real, mientras que los demás personajes aparecen con sus nombres verdaderos?

- Creo que es un recurso que ayuda a entender mejor lo que ocurrió. Cada lector se toma su tiempo para ir descubriendo los protagonistas subyacentes en el libro.

- ¿Corre el riesgo Argentina de ser víctima de un tercer atentado?

- El segundo atentado se produjo debido a la impunidad que sucedió al primero. Toda la causa estuvo (y está) estancada y por eso los iraníes repararon en que Argentina es un blanco fácil. En contraste, gracias al trabajo de la Unidad Fiscal de Investigación (UFI, a cargo del fiscal Nisman) del caso AMIA, sabemos todo del segundo atentado: quiénes fueron los planificadores, los perpetradores, el terrorista autoinmolado, sus reclutadores, y los encubridores. Por eso, los iraníes están ahora a la defensiva, y por lo tanto su capacidad de hacer más atentados ha disminuido mucho. Confío en que no lo habrá, gracias a que la Justicia funcionó.

- ¿Tiene algún reparo sobre el trabajo de su amigo, el fiscal Nisman?

- No. Creo que la sociedad argentina le debe mucho, especialmente la comunidad judía. Por eso me entristece cuando en el exterior le rinden los honores que se merece (por ejemplo en Israel y en Estados Unidos) y precisamente la dirigencia comunitaria judeo-argentina a veces hasta llega a hostilizarlo.

-¿Es bueno que un judío sea el fiscal de la causa AMIA?

- Es una pregunta difícil. Me parece que su identidad judía no fue determinante en este caso. Hizo un trabajo profesional muy serio porque lo sintió como una misión. Ahora bien, como puede insinuarse en la pregunta, los judeófobos de siempre podrán argüir que aquí hay una “conspiración sionista para incriminar al gobierno revolucionario de los camaradas de Irán”. Pero me parece que esos judeófobos habrían generado ese mismo esquema mental, que les es tan habitual, también si el fiscal fuera el Arzobispo. Después de todo, el juez (Rodolfo) Canicoba Corral (encargado de la causa AMIA), y decenas de profesionales de la UFI no son judíos. En suma: sugiero que lo judío no juega ningún rol en ese aspecto.

- Usted tiene un estilo confrontativo que le es característico. ¿Matar sin que se note ya le ha generado algún tipo de problema?

- No estoy de acuerdo que mi estilo sea “confrontativo” (tal vez polémico, eso puede ser). No sé a qué se denomina “problema”. Sé que hay gente muy interesada en que el libro no se difunda. Y aquellos factores comunitarios que a mi juicio tendrían que ser los más interesados en difundir el mensaje cristalino de lo que ocurrió hacen lo contrario. En  fin: yo sigo actuando como me parece correcto sin cálculo de cuán popular voy a ser.

- En la obra, el dirigente judío más criticado es Rubén Beraja, ex presidente de la central judeo-argentina DAIA. ¿Cuál fue su error más importante?

- Yo fui uno de los muchos admiradores de Beraja. En su momento ayudó muchísimo a la comunidad.  Creo que su error fue no haber sabido detener a tiempo la red de mentiras que se generaba en torno del atentado. Estaba muy trabado en el aparato menemista (del ex presidente argentino Carlos Menem), y no supo destrabarse. O no quiso.

- ¿Cómo se entiende una postura tan radical (antiestadounidense y antiisraelí) como la de Laura Ginsberg, familiar de una de las víctimas, y líder de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA?

- Me parece que el atentado la perturbó visiblemente, y ha perdido la noción de las proporciones. Milita en el Partido Obrero, un movimiento extremista, y furibundamente antiisraelí. Para ese grupo, Israel es la causa de casi todos los males.

- Es interesante el papel que juega en la obra el estudiante chino, Meng Zenguá, alumno suyo en la Universidad Hebrea de Jerusalén, con quien usted tiene largas conversaciones sobre Argentina, el atentado, el judaísmo y el islam ¿Cómo se generó ese vínculo? ¿Tiene relación con su programa de difusión del judaísmo en China?

- Sí, la tiene. Fue estudiante mío en Nanjing; luego, en Israel nos hicimos amigos. Meng es sencillamente brillante. Habla hebreo e inglés a la perfección. Hoy en día enseña en Canadá.

- ¿La comunidad argentino-islámica tenía indicios de que ocurriría el atentado? Me refiero a alguna de sus autoridades como el clérigo Abdul Karim Paz.

- Los chiítas no son muchos, y es muy probable que sus líderes estuvieran informados. Después de todo, Mohsen Rabbani (ex diplomático iraní en Argentina) era el principal de ellos y él armó la logística que permitió el atentado.

- ¿Y por qué no lo denunciaron como ciudadanos argentinos que son?

- Los que sabían y no denunciaron no lo hicieron porque aprueban el atentado. Son profundamente judeofóbicos como el régimen de los ayatolá en Irán.

- ¿Tiene constancia que Irán quiera expandir su revolución islámica en Uruguay así como lo hace, según afirma en su libro, en Argentina desde 1983?

- Constancia no, porque no hay UFI en Uruguay. Pero tengo la certeza de que es así. La embajada iraní en Montevideo es desproporcionadamente grande para sus necesidades.

- ¿Por qué el atentado fue en Argentina y no en Uruguay, Brasil, Chile o Paraguay?

- Porque quisieron castigarlo a Menem por su cancelación de los acuerdos de transferencia de tecnología nuclear entre Argentina e Irán. Y porque les fue relativamente fácil.