21 ene 2022

El Kotel es de todes

Jóvenes con camisetas de Peñarol y de Nacional rezan y besan las piedras del Kotel (Muro Occidental) en plena Ciudad Vieja de Jerusalén, pero mujeres y hombres que intentan rezar en un espacio igualitario del santo muro una vez por mes son agredidos por quienes no piensan igual a ellos.

Todos vemos con emoción la imagen del soldado israelí al lado de ese antiguo y significativo muro, con el casco militar pegado a su corazón (por lo cual su cabeza permanece descubierta), cuando en aquel junio de 1967 recuperamos el Kotel. Recuperamos, sí, porque el Kotel es de todos los judíos (y está abierto a todo aquel -judío o no- que quiera visitarlo). Está bien y es sano que haya dos sectores claramente divididos: uno para hombres y otro para mujeres que quieren rezar separados, según la forma más tradicional que se remonta a tiempos ancestrales.

Pero también está bien que haya una tercera sección para quienes quieran rezar de forma igualitaria: para mujeres y hombre que, juntos, se quieran poner los tefilín (filacterias), el talit (manto sagrado) o que deseen leer la Torá (rollo de la ley) sin molestar a otros y ubicados en un lugar independiente.

Más allá de que este no sea un tema vital para el Estado de Israel ni prioritario para tratar en la Kneset (parlamento israelí), sería bueno que el establishment gubernamental y religioso dijera claramente y a viva voz que la libertad religiosa en Israel no solo se aplica a cristianos y musulmanes, sino a las diversas corrientes dentro del judaísmo. Esto parecería ser una obviedad, pero hay quienes no lo quieren entender. 

El Kotel, último remanente en pie luego de la destrucción de los dos Templos de Jerusalén (586 AEC y 70 DEC) y espacio emblemático de la capital israelí, conmueve a cada judío de forma diferente; cada uno se acerca a este símbolo de la historia judía (y también israelí) a su manera.

En el moderno Estado de Israel la lucha por el status quo del judaísmo comenzó ni bien declarada la independencia del novel estado en mayo de 1948. Siempre se pone de ejemplo al primer ministro David Ben Gurión, quien aceptó que no hubiera transporte público en Shabat, salvo en la mixta ciudad de Haifa.

El problema con el Kotel más que religioso es de poder. Y no deber atribuirse a los ortodoxos judíos como una generalidad, sino que sería bueno ser más específico y señalar a la ultraortodoxia como la responsable del conflicto, ya que su rabinato (el Gran Rabinato de Israel) y sus partidos políticos quieren evitar a toda costa perder el dominio del Kotel, para lo cual no permiten que haya expresiones de religiosidad, espiritualidad y misticismo distintas a las de ellos.

Las Mujeres del Kotel es un grupo integrado por judías (y también judíos) liberales (en el entendido anglosajón del término): reformistas, conservadoras e incluso ortodoxas modernas, cuyo único objetivo es llevar a cabo sus plegarias una vez al mes, durante todo el año judío, coincidiendo con el principio de cada mes hebreo. 

Este grupo surgió allá por 1988, por lo cual es muy anterior a la ola feminista de este siglo XXI y cuenta con presencia latinoamericana, ya que una de sus miembros es la rabina paraguaya Sandra Kochmann, graduada en el Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires en el año 2000.

Pero el ideal igualitario o feminista tiene larga data en el judaísmo. Más allá de las primeras ordenaciones de rabinas por el movimiento reformista o conservador, e incluso una rabina alemana asesinada en la Shoá, es interesante notar que en Estados Unidos, más precisamente en Somerville, Massachusets, está presente la pequeña comunidad Havurath Shalom, fundada en 1968 entre otros por Reb Zalman Schachter Schalomi, el fundador del movimiento Jewish Renewal (la más liberal de las corrientes religiosas judías estadounidenses). 

Según lo especifican en su sitio web, en la javurá (pequeña comunidad) modificaron el libro de rezos tradicional judío para que sus plegarias reflejen sus valores respecto a la igualdad entre todas las personas, por lo cual usan tanto el femenino como el masculino para referirse a Dios. Incluso emplean una amplia variedad de nombres, que se encuentran en las sagradas escrituras, para referirse al Eterno. Por ejemplo a la clásica denominación de El Santo, Bendito Sea, utilizada -por ejemplo- en la Hagadá de Pesaj, la combinan (usan indistintamente) con La Santa, Bendita Sea.

Por otra parte, cuestionan la idea del judío como el pueblo elegido; donde la liturgia tradicional dice “que Nos elegiste de entre todos los pueblos”, el libro de oraciones de la javurá propone “que Nos elegiste con todos los pueblos”.

El rabino ortodoxo moderno Daniel Sperber, docente de Bar-Ilan University y defensor de la lectura de la Torá por parte de las mujeres, trabaja dos conceptos respecto a la participación activa de las mujeres en los servicios religiosos (esto también se aplica al Kotel): kevod habriot (respeto por la creación y por lo creado) y kevod hatzibur (respeto por la congregación). 

Si privilegiamos el respeto por lo creado, entonces deberíamos entender el deseo de las mujeres que quieren leer la Torá en el Kotel. Pero si tomamos en cuenta la sensibilidad de quienes rezan en el Kotel (léase congregación), tendríamos que decirles que no. La pregunta es: ¿cuánto debemos dejar de hacer por (respetar) la sensibilidad de los demás?

Considero que el límite es, justamente, cuando la sensibilidad de los demás nos impide ser nosotros mismos. Como dijo el rabino Abraham Iztjak HaCohen Kook, uno de los padres del sionismo religioso: “no debe haber preocupación alguna en permitir algo que está enmarcado dentro de la ley judía, aun cuando -en la práctica- no exista una costumbre anterior de haberlo autorizado”.

Pero el problema no es solo con las mujeres liberales sino con todos los que no se precien de ser ultraortodoxos. Meir Porush, legislador del partido ultraortodoxo Iaadut HaTorá, dijo en una sesión parlamentaria sobre finales de diciembre de 2021 que su colega, el legislador por el laborismo y rabino reformista Gilad Kariv, solo iba al Kotel para provocar a los judíos ortodoxos ya que, según aseguró Porush, los reformistas no tienen ningún vínculo con Jerusalén (se refería al reformismo primigenio, el más radical de todos, que dejó afuera de sus libros de oraciones toda referencia a Sión y al retorno a Israel).

Pese a lo que uno puede pensar, los enfrentamientos en Israel entre ultraortodoxos y reformistas tienen larga data. El propio Porush recordó cuando su padre, el también legislador Menajem Porush, durante una sesión de la Knesset en marzo de 1970, mostró un libro de rezos reformista, indicó que en este faltaban la referencias a Sión (Jerusalén) y lo arrojó al piso con lo cual generó un revuelo en el parlamento israelí. Kariv le contestó: pobre de aquel que se enorgullece de las repugnantes actitudes de su padre.

En definitiva, el actual gobierno del Estado de Israel, garante de un sinfín de libertades y derechos, fiel a sus ideales democráticos, debe ser claro y contundente: en el Kotel se reza y se pide a Dios, pero nadie debe decirle a otro cómo rezar ni cómo pedir.

3 ene 2022

Baruj Spinoza: la excomulgación que nunca muere


“Muerto el perro se acabó la rabia”, dice el popular refrán. Pero parece ser que este dicho no aplica al filósofo judío Baruj Spinoza, ya que recientemente el tema de su proscripción volvió a la luz.

Sucede que el rabino de la sinagoga hispano-portuguesa de Ámsterdam, Joseph Serfaty, prohibió que el investigador Yitzhak Melamed, de Johns Hopkins University (Estados Unidos), tuviera acceso a todos los documentos vinculados al anatema de Spinoza y lo declaró persona non grata en su templo, por lo cual no se lo cuenta para el quórum de 10 hombres necesario para celebrar los rezos según la óptica ortodoxa judía.

Lo curioso es que el ex gran rabino del Estado de Israel, Isaac Herzog, abuelo del actual presidente israelí quien lleva su mismo nombre, decretó en 1953 que el jerem (decreto de excomunión) ya no tenía más validez, puesto que solo había estado vigente durante la vida de Spinoza (este falleció en 1677 a los 44 años de edad).

En 1957 el entonces primer ministro israelí David Ben Gurion solicitó al rabino en jefe de la sinagoga hispano-portuguesa de Ámsterdam, Dr. Salomón Rodrígues Pereira, levantar la prohibición sobre Spinoza, pero el rabino rechazó el pedido.

En 2013 fue el rabino Pinjas Toledano, también de la sinagoga de Ámsterdam, quien volvió a negar el indulto al filósofo.

¿Por qué mantener vigente el edicto de expulsión de la comunidad judía de Ámsterdam? ¿Qué secretos guarda la documentación requerida por el académico?

Aun cuando no tenemos respuestas para estas interrogantes, podemos volver a la Holanda de 1650 y comprender por qué este episodio conmovió, y sigue afectando tanto, a la comunidad judía de Países Bajos y al mundo judío en general.

Para simplificar lo complejo, lo cual es difícil de por sí, digamos que Spinoza cuestionó la centralidad de Dios, ya que lo igualó a la naturaleza, así como también puso en duda la coautoría de la Biblia por parte de Dios y de Moisés.

Un dato curioso es que en hebreo las palabras Elohim (Dios) y Hateva (la naturaleza) tienen el mismo valor numérico (86), lo cual según la gematría es un aspecto trascendente y que apoyaría la teoría spinoziana de equiparar a Dios con la madre naturaleza.

Esta apostasía era considerada gravísima en la Holanda del siglo XVII, ya que cuestionaba y demostraba que el poder central de la comunidad judía, tanto de los parnasim (sustentadores), así como del gran rabino Saúl Levi Morteira, era endeble.

Está claro que el rabino Serphaty, más de 350 años después, sigue pensando de forma similar.

Es por ello que el rabino israelí-holandés Nathan Lopes Cardozo le envió una dura carta abierta en la cual le espetó: “su visión acerca de que la prohibición de las obras de Spinoza aún sigue vigente indica claramente de que usted no está familiarizado con sus escritos y, por tanto, es incapaz de expresar una opinión acerca de su filosofía”.

“Prohibiendo la entrada del profesor a la sinagoga usted está profanando el nombre de Dios y haciendo que el judaísmo ortodoxo sea visto como una farsa a los ojos de muchos”,   aseguró.

“La filosofía de Spinoza es hermosa. Su Ética es un libro lleno de profundos conocimientos. Si bien seguramente no es el trabajo más importante sobre filosofía, comprende sentimientos e ideas extremadamente nobles”, manifestó Lopez Cardoso en una conferencia que brindó en University of Amsterdam y el Crescas Jewish Educational Center en 2005.

El rabino Lopes Cardozo considera a Spinoza un tzadik (justo), calificación que generalmente se aplica a personalidades religiosas judías cuyo nivel de santidad supera al de los demás mortales.

Sostiene que el filósofo vivió por sus nobles ideas, se dedicó a la simplicidad y mostró las características más destacables de un virtuoso. “Aun cuando ello haya estado acompañado por una arrogancia intelectual, esto no minimiza su nobleza humana”, explica.

Por muchos de sus comportamientos, Spinoza logra que Lopes Cardozo recuerde a las grandes personalidades del movimiento musar, aquellos maestros judíos de religión y ética que florecieron en Europa Oriental durante el siglo XIX, como el rabino Israel Salanter, una de las luminarias de esta corriente espiritual.

Lamentablemente, Spinoza es (y será) más recordado por su excomunión que por sus aportes a la filosofía.