“Faltan 672 días, 0 horas, 0 minutos y 0 segundos para un gobierno progresista”, asegura a la medianoche de hoy, lunes 28 de abril, el reloj virtual que en el sitio de Internet del mensuario “Participando” del Movimiento de Participación Popular (MPP) marca la cuenta regresiva hasta el 1º de marzo de 2005, fecha en la cual asumirá el próximo presidente uruguayo.
Pasados 32 años de su fundación, el Frente Amplio (FA), la mayor fuerza política uruguaya de la actualidad, se encamina, según sus dirigentes y las últimas encuestas de intención de voto, a ser la mayoría absoluta en la primera o segunda vuelta electoral del 2004 y con ello acceder a la conducción del gobierno nacional por primera vez en su historia. “Tanto la sociedad uruguaya como el propio Frente Amplio –manifestó el ex secretario general del Partido Socialista, Manuel Laguarda- maduraron lo suficiente (como) para que hoy un gobierno frenteamplista sea una posibilidad que todo el mundo acepta sin prever cataclismos, luego de tres períodos de gobierno en la Intendencia de Montevideo”.
La mayoría de los dirigentes de izquierda consultados para esta nota entienden que el FA que habrá de participar en las próximas elecciones ha actualizado su ideología y su programa respecto al FA fundacional de 1971.
Así, en comparación con 1971, el FA tiene una “integración mayor al juego político y una visión mas realista e integrada de la escena internacional”, precisó Laguarda, actual integrante del Comité Central del Partido Socialista
Para Heber Gatto, integrante de la Mesa Ejecutiva Nacional Provisoria del Partido Independiente y ex senador suplente del conductor de la Lista 99 Hugo Batalla, “soportar 13 años de dictadura militar llevó a que la izquierda de los ´60 y ´70 que denostaba a la democracia burguesa comenzara a advertir que aun imperfecta la democracia era mucho mejor que cualquier otro régimen posible”. Además, Gatto sostuvo que “la izquierda, que (en su fundación) era marxista leninista, terminó desembarcando en una socialdemocracia”.
Laguarda coincidió con Gatto aunque explicó que el político independentista hace “una simplificación que alude a etiquetas ideológicas. En los años setenta el paradigma marxista leninista o la cultura vinculada al comunismo estaba muy extendida en toda la izquierda y permeaba aun a los sectores como el nuestro (Partido Socialista)”, que no estaba vinculado al Partido Comunista. Veinte años después, en la década del ´90, “la idea de la democracia política y la transformación en democracia es la idea fuerte”, aseguró.
El joven Mauricio Guarinoni, de 25 años de edad, discrepó con Gatto. El militante de Asamblea Uruguay señaló que “si bien podríamos decir que tenemos una afiliación socialdemócrata todavía tenemos reacciones marxistas leninistas”.
“El programa de gobierno (frenteamplista) del 2004 no puede tener nada que ver con el programa del ´71, ni siquiera con el del 2002”, precisó Víctor Vaillant, líder del Movimiento de los Claveles Rojos, una agrupación batllista que integra el Encuentro Progresista desde el 2000. Para Vaillant, en estos 32 años “ha cambiado el mundo y el país, y por lo tanto, el espacio humano sobre el que tiene que actuar la fuerza política Encuentro Progresista”.
El FA ha ido “ajustando sus bases programáticas a una nueva situación. Ahora hay un mundo unipolar con una fuerza imperialista muy dura que no solo actúa en política sino en lo militar”, sostuvo el diputado del MPP Juan Domínguez.
El surgimiento del Frente Amplio
La fundación del FA “cambió el curso de la historia. No sólo desplazó del gobierno municipal de Montevideo a los partidos tradicionales en las elecciones de 1989, sino que consolidó y fortaleció esa transformación con la aparición del Encuentro Progresista en 1994”, afirmó Miguel Aguirre Bayley, autor de “Frente Amplio. La admirable alarma de 1971”, un libro cuya segunda edición se distribuyó con el diario “La República”, en marzo de 2000.
Aguirre Bayley, hijo de Adolfo Aguirre González, uno de los fundadores del FA añadió en su obra que “el Frente Amplio no se funda con el objetivo coyuntural de resistir el embate de la dictadura comisoria implantada por el presidente Jorge Pacheco Areco con el apoyo de la mayoría parlamentaria, sino para la acción política permanente, incluida la participación electoral. En primera instancia en la oposición y luego desde el gobierno, puesto que su finalidad primordial es crear una alternativa de poder al pueblo organizado”.
“La fórmula política FA que nace en 1971 se resume a un acuerdo electoral que se concretó en la forma de una coalición de partidos y grupos, fundamentado en un compromiso político y un acuerdo programático, y, además, como un movimiento político y social que debía, en los hechos, superar la mera sumatoria de sectores convocantes”, sostuvo el politólogo Edgardo Márquez en una nota titulada “Frente Amplio, ¿qué camino?”, publicada en el mensuario “Relaciones” en la edición de marzo.
El primer candidato a vicepresidente del FA, Juan José Crottogini, entrevistado por Aguirre Bayley explicó que “hay fundamentalmente dos grandes líneas que han permitido la concreción unitaria del Frente Amplio, y una de ellas es la que llamaría etapa de la higienización. Todas las fuerzas que integran el Frente Amplio buscan terminar con los escándalos financieros, con el gran contrabando, con la banca y para-banca usurarias. Buscan un saneamiento administrativo en todos los órdenes, además de asegurar las libertades y los derechos, sin olvidar las obligaciones del ciudadano. El segundo aspecto fundamental es que la unidad nace de la afirmación de un compromiso: el cumplimiento delprograma del Frente Amplio que ya está perfectamente delineado en susgrandes directivas”.
En aquel entonces, el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros (MLN-T) cuestionó parcialmente las tentativas de creación de un frente amplio de sectores progresistas. “Mantenemos nuestras diferencias de métodos con las organizaciones que forman el Frente y con la valoración táctica del evidente objetivo inmediato del mismo: las elecciones”, afirmó la organización guerrillera en un comunicado emitido en diciembre de 1970. Sin embargo, el diputado Domínguez señaló que “estuvimos en la formación del Frente con la creación del movimiento 26 de marzo, que no es el mismo de ahora, sino que era un movimiento de masas que era una expresión legal y pública del MLN”.
Con el surgimiento del FA “comienza la transformación de un sistema político basado en dos grandes partidos históricos que evoluciona hacia un sistema de partidos ideológicos; es el traspaso de las familias históricas a las familias ideológicas”, afirmó Vaillant.
Durante la entrevista, realizada en la sede del Partido Demócrata Cristiano (PDC) que también acoge a la agrupación de Vaillant, el ex presidente de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) sostuvo que “el propio peso que el Encuentro (Progresista) tiene hoy, la aceptación popular y el respaldo popular, muestra que en 1971 no sólo estaban (dadas) las condiciones para crearlo sino que era necesario hacerlo y lo muestra su posterior crecimiento que llegó a este momento”.
Guarinoni, estudiante de Derecho en la Universidad de la República, dijo que la época de la fundación fue “un momento particular en el cual se tuvo en cuenta un principio primordial de la unión de la izquierda en contra del quiebre institucional, un proceso que se venía gestando y que se veía como muy posible que era y ese es el motivo fundamental por el cual las diferentes izquierdas dejaron de lado diferencias y miraron más a sus coincidencias”.
Aquel 5 de febrero de 1971, fecha de la fundación del FA se dio “el puntapié inicial para un proceso que se viene desarrollando y que en Asamblea Uruguay creemos que tiene que estar en continua renovación ideológica y por eso continuamente disentimos cuando pensamos diferente y creemos que no hay respuestas predeterminadas sino que las respuestas se van construyendo con el acuerdo”, añadió.
Por su parte, el integrante del Comité Central del Partido Socialista, Manuel Laguarda, sostuvo que el surgimiento del Frente Amplio “fue un quiebre al bipartidismo blanco y colorado que coexistió durante 140 años. Fue una necesidad gestada en la sociedad y no un simple acuerdo de cúpulas que desapareció en el tiempo”.
Laguarda recordó los intentos de unificación de la izquierda en la década del sesenta. La Unión Popular, el Fidel, el proceso de unificación sindical con la fundación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), y además el intento, en el año ´68, de la creación del movimiento por la defensa de las libertades donde estaban agrupados sectores políticos y sociales enfrentados a la política del presidente Pacheco. “En los años del gobierno de Pacheco en la medida que se percibía un clima de endurecimiento, un clima represivo que iba contrapelo de todo lo que era la tradición del Uruguay, había una especie de expectativa en algunos sectores de buscar formas de unificación política que pudieran enfrentar la política de Pacheco y abrir las puertas a un futuro distinto para el país”, precisó.
Los fundadores
En la década del sesenta, el líder del Movimiento Blanco Popular y Progresista (Partido Nacional) Francisco Rodríguez Camusso comenzó a mantener reuniones informales con el conductor de la Lista 99 del Partido Colorado Zelmar Michelini. “Mi situación era bastante similar a la de Michelini, ya que sentíamos la misma insatisfacción” por la orientación reaccionaria de los partidos tradicionales, recordó.
A las reuniones bipartitas entre Rodríguez Camusso y Michelini se sumó Juan Pablo Terra, el líder del Partido Demócrata Cristiano, escindido en 1962 de la Unión Cívica. “Los tres sentíamos que el país tenía que cambiar porque había gobiernos (colorados) crecientemente reaccionarios y porque el Partido Nacional acompañaba a esos gobiernos”, señaló.
Los tres dirigentes comenzaron a pensar en una solución que diera un paso más allá de las estructuras partidarias. Querían que se creara “una gran corriente popular que permitiera el ingreso de vastos sectores de la intelectualidad, de profesionales, de estudiantes, de trabajadores que, o estaban marginados totalmente de la vida política, o estaban estrictamente controlados en el plano sindical por las fuerzas marxistas”, recordó. A Rodríguez Camusso y sus compañeros les preocupaba –según el ex dirigente nacionalista- que “los únicos sectores que expresaban dinamismo, capacidad de comunicación y fortalecimiento de una base intelectual y principista al servicio de la vida política eran los marxistas. Pensamos que la evolución de los hechos iba a hacer que en una o dos generaciones todo el país política e ideológicamente quedara en manos del marxismo”.
Así, a mediados de la década del sesenta, Rodríguez Camusso, Michelini y Terra comenzaron a mantener contactos con el líder del Partido Comunista, Rodney Arismendi y con el del Partido Socialista, José Pedro Cardoso.
Durante esas negociaciones, dentro del grupo de Rodríguez Camusso, de la democracia cristiana y de la Lista 99, surgió el cuestionamiento de sectores que estaban de acuerdo con un acercamiento con el Partido Socialista pero no opinaban lo mismo respecto a un acercamiento con el Partido Comunista. Se planteaban dos posibilidades: “hacemos este frente con los comunistas o sin ellos”, rememoró Rodríguez Camusso.
Ello tuvo como consecuencia que los sectores que no deseaban acordar con el Partido Comunista se retiraron de la negociación. Salvado ese inconveniente se presentó otro “bastante desagradable, que nos interrumpió el trabajo por un año: la invasión (en 1968) de la Unión Soviética a Checoslovaquia”, dijo.
Sería recién en 1970 cuando las distintas agrupaciones reunidas comenzaron a elaborar documentos en los que se incluía la totalidad de los elementos básicos del acuerdo al que habían llegado. “El FA tenía que expresar a la opinión pública del país –subrayó Rodríguez Camusso- los elementos que habían fundado su creación y la concepción central que lo inspiraba. Ese documento fue aprobado por las respectivas convenciones de los distintos sectores y constituyó una declaración de compromiso programático, ya que pensamos que el movimiento no estaba suficientemente maduro para hacer un programa”.
Rodríguez Camusso recordó que ese compromiso político establecía en primer lugar que el FA actuaría estrictamente dentro del orden constitucional y legal y que su propósito como el de toda fuerza política era llegar al gobierno y al poder pero exclusivamente a través de las vías institucionales y nunca fuera de ellas. En segundo lugar, que el FA se proponía cambiar el modo de acción política del país sustentando la llamada militancia permanente. “Era una obligación ineludible de todos militar permanentemente y no hacer solamente campañas electorales”, precisó. En tercer lugar, se habían acordado respetar la individualidad, la tradición y las características filosóficas básicas de cada uno de los sectores, los que no tenían por qué renunciar a ellas. “Michelini seguiría homenajeando la memoria de (Luis) Batlle, nosotros la de (Luis Alberto de) Herrera, (Aparicio) Saravia u (Manuel) Oribe, y Arismendi la de Marx y Lenin”, explicó Rodríguez Camusso. En cuarto lugar “nos comprometimos a que cualquier decisión que el Frente (Amplio) tomara vinculada con la política internacional sólo podía ser adoptada por unanimidad, particularmente en lo que refiere a integrarse a organizaciones internacionales, pero cada sector era dueño de mantener de manera independiente conexiones con sectores internacionales”, dijo.
Asimismo, se convino en que, con carácter previo a la fundación del Frente Amplio los precursores de la iniciativa debían instrumentar la forma que permitiera trabajar juntos a militantes de diversas concepciones ideológicas: blancos, colorados, socialistas, comunistas. “Resolvimos por iniciativa de Michelini, (el independiente) Héctor Rodríguez y mía crear los llamados comités de base. Se cubrían dos finalidades sustanciales: se acostumbraba a los militantes a actuar conjuntamente y a no verse como enemigos. Además, el comité de base permitía militar como miembro de cualquiera de los sectores o como frenteamplista independiente”, relató.
A mediados de 1970, Rodríguez Camusso y los demás dirigentes precursores del frenteamplismo propiciaron una comisión de “gran importancia” integrada entre otros por el sindicalista José D´Elia, el ex nacionalista Ariel Collazo, el director de “Marcha”, Carlos Quijano, con el objetivo de que recorrieran toda la república para enriquecer y ensanchar considerablemente la base de lo que iba a ser el Frente Amplio.
El general (r) Víctor Licandro, quien se acercó al Frente Amplio junto a otros militares retirados, también recordó la campaña de 1970 realizada por un grupo de “ilustres” que recorrieron el Uruguay.
“Siempre estuve –indicó Licandro- en una función pública que era de defensa militar de la nación. Tenía una preocupación de la situación política internacional, regional y nacional y cuando aparece este movimiento político vi que podía ser una solución de futuro”.
Para el general retirado, cuando apareció el Frente Amplio se generó “una gran expectativa entre la gente, un reencuentro de aquellos que andaban dispersos y una perspectiva de futuro”. “El Frente (Amplio) sigue siendo (como en sus comienzos) la esperanza de la gente que descree de los llamados partidos tradicionales”, concluyó.
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