17 mar 2006

Abraham y su compromiso con el judaísmo

"Vaiomer hashem el Abram lej lejá mi hartzejá umimoladetjá umibeit abija el haaretz ahser areka". "Y le dijo el Eterno a Abram: ´Vete (para tí) de tu tierra y de tu familia y de la casa paterna a la tierra que te señalaré`. 

Así comienza la parashá Lej lejá, tercera del libro de Bereshit (Génesis). Desde mi punto de vista el hilo conductor de esta porción de la Torá es el comprmiso; el compromiso con el judaísmo que el patriarca Abraham fue asumiendo a través de etapas, a lo largo de su vida, y de su camino hacia la tierra prometida por Dios. 

Empecemos por el Lej que es ir, caminar. El rabino Maarabi al analizar esta parashá en su libro Debarjá Iair (Que tu palabra ilumine) dice: "Caminante no hay camino...Se hace Abraham al andar". Más adelante hablaremos del camino que tomó Abraham. Lej lejá significa vete para tí. ¿Qué es esto de irse hacia uno mismo?

En mi opinión, el primer paso para comprometerse, el primer paso en el camino del compromiso es la reflexión, la introspección; ese debate interno y necesario con uno mismo. El hombre que desea asumir un compromiso, en este caso con el judaísmo, debe reconocer sus incertidumbres y dudas, luego analizarlas y digerirlas para finalmente salir al camino que lo llevará a asumir el compromiso. Y Abram tenía estas cualidades. Era un hombre reflexivo, con incertidumbes, dudas y cuestionamientos. 

Según el rabino uruguayo Eliahu Birnbaum: "Abraham, (era) un hombre que hacía preguntas y quería entender, (un) prototipo del revolucionario honesto, cuya actitud está diáfanamente determinada por los valores que sustenta su fe, (Abraham) dista mucho de ésa imagen que tenemos de un pastor ´viejito, de barba` que lleva a su hijo al sacrificio, sintiéndose impotente. No de tal se trata, sino de grandeza moral y espiritual". 

 Siguiendo con el Abraham cuestionador, la profesora y exégeta de la Torá, Nejama Leibowitz, al analizar la parashá lej leja en su libro "Reflexiones sobre la parashá", cita al médico y filósofo judeoespañol Moisés Maimónides (el Rambam). 

En su obra Código de las Leyes de la Idolatría, Maimónides nos relata el desarrollo de Abraham en sus años jóvenes, antes de su aparición estelar en lej lejá: "Abraham comenzó a indagar con su pensamiento -siendo aún pequeño- y a meditar día y noche, y se asombraba. "¿cómo es posible que esta esfera (el sol) gire continuamente y no haya quien la haga girar? ¿Quién la hace girar? ¡Pues no es posible que la haga girar a sí misma!". 

Dice Birnbaum: "Abraham se manifiesta como un ´librepensador` que no acepta coercitivamente las concepciones de vida predominantes en su época; es un guerrero inconformista que no rinde ante el altar de lo clásico los valores en los que cree". Como decíamos, el compromiso requiere un proceso, seguir un camino. 

Pero, ¿qué camino debemos tomar para finalmente comprometernos?. El rabino Shalom Edery (z´l) en una entrevista publicada hace 23 años en una revista de la comunidad Sefaradí citó el siguiente relato: "un rabino del siglo XII conocido con el nombre de Rabi Elai dice que la religión hace pensar en dos caminos: uno de fuego y otro de nieve. El que se acerque al camino de fuego corre el riesgo de quemarse, y el que lo haga al camino de nieve puede perecer de frío. 

Por lo tanto, siguiendo la metáfora, hay que elegir el término del medio". Abraham nunca se quemó ni se congeló. Transitó el camino del medio; el camino de las mitzvot (aunque vivió antes de la entrega de la torá) y del derej eretz (literalmente camino de la tierra; remite al relacionamiento humano, al comportamiento que deberíamos tener con nuestro prójimo). Abraham consagró las relaciones humanas, las sacralizó. 

"La vida humana está destinada a ser santificada en toda su estructura natural, es decir, conforme a la Creación", afirmó el filósofo judeoalemán Martín Buber en su ensayo titulado "El jasidimo y el hombre de occidente". "Dios está allí donde se le deja entrar era una sentencia jadísdica". Abraham dejó entrar a Dios en el relacionamiento con el prójimo. Abraham fue el primer jasid pero mucho tiempo antes del nacimiento del jasidismo y de la filosofía de Buber. 

El rabino Birnbaum dice: "La revolución de Abraham es más humana y social que filosófica". Recordemos que en esta parashá Abraham. dolorido por la circuncisión (brit milá) espera en su tienda que aparezcan forasteros para poder agasajarlos. Entonces el lej lejá, (lo reflexivo) fue el primer paso del compromiso de Abraham. 

 Hablamos de la reflexión. También está el compromiso de dirijirse a una tierra que Dios le promete, el compromiso material, con lo tangible, con la tierra, con esa tierra que jamás podrá estar desligada del destino judío ni de la identidad judía. 

Un ex compañero de escuela, Pablo, que hizo aliá hace algunos años no ayuna ni va a la sinagoga en Iom Kipur. Hace poco tiempo le pregunté si se seguía sintiendo judío; me aseguró que sí. Cuando le pregunté que lo hacía judío me dijo que el hecho de vivir en Israel lo hacía judío; o sea, la tierra. Esa tierra que Dios le prometió Abraham es para muchos en la actualidad su único compromiso con el judaísmo. La tercer etapa del compromiso es el brit milá. 

Creo que con ella Abraham asume su compromiso final con el judaísmo, aunque me quedan dudas al respecto. El brit milá es lo físico, la procreación, la continuidad, el pacto con Dios, la identidad judía. Y me quiero detener en la identidad. Para ser judío, hay que identificarse como tal. En la última parashá de la torá, Ve zot habraja (Y ésta es la bendición) leemos que "Tora tziva lanu Moshé, morashá kehilat Iaacov". 

Moisés nos dio una Ley, posesión de la comunidad de Jacob. El brit milá, es sinónimo de identidad judía; e identidad judía significa poseer la torá, poseer la ley judía, apropiarme de ella. En pirkei avot nos dicen: sé de los discipulos de Aarón; ama la paz y persíguela. Creo que también deberíamos ser discípulos de Abraham y por ende amar a la tierra y al estado del Israel, consagrar la vida y comprometernos con nuestro judaísmo.