Guillermo era un mago y astrólogo amante de las artes ocultas que quería introducirse en el místico mundo de la cábala para conocer todos los secretos bíblicos.
Su interés por lo desconocido se había acentuado luego de ver la película El Código Da Vinci, basada en el libro del mismo nombre, escrito por Dan Brown, que presenta la teoría de que Jesús y María Magdalena habrían tenido progenie, hecho que la Iglesia descarta de forma tajante.
Cuando se enteró de que su ídola musical Madonna estudiaba cábala se dijo que él también debería hacerlo.
Para ello viajó a la lejana Europa a entrevistarse con el admor de Malta, líder espiritual de Marcelo Tinelli y Mauricio Macri.
El viaje hasta La Valeta, capital de Malta, fue larguísimo. El encuentro con el admor fue en la sede de la Orden Unida de la Luz, organización que lidera este renombrado cabalista con un físico y barba parecidas a las de Papá Noel.
Primero, Guillermo recibió la buena vibra que transmitía el admor a todos sus visitantes. Luego le pidió que le revelara los secretos más profundos de esta disciplina tan popularizada a finales del siglo XX y principios del XXI.
“¿Pero vos leíste a Gershom Scholem?”, le preguntó el admor. “Sí, obvio, me leí enterita su obra Grandes tendencias del misticismo judío, pero la verdad es que no entendí un carajo”, contestó Guillermo.
“No te preocupes que no sirve para nada”, sentenció el anciano. El experto en artes cabalísticas le explicó a Guillermo que los teóricos de la materia nunca entendieron la esencia de la cábala.
Y ahora sí, había llegado la hora de los secretos. El místico le enseñaría a Guillermo cómo crear a un ser humano según las enseñanzas del Maharal de Praga, un antiguo maestro suyo.
“Mirá, tenés que agarrar un poco de amor, algo de respecto, una dosis de sabiduría, una pizca de compasión y otra de comprensión. He ahí el secreto de crear a un ser humano”, dijo el viejo sabio.
La cara de sorpresa de Guillermo se asemejaba a la de Condorito exigiendo una explicación. En ese momento recordó la frase preferida de su amigo Faivel el ateo: “en los únicos que podemos confiar es en nosotros mismos”.
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