8 feb 2023

El ómnibus

Luis subió al 117 sin demasiadas esperanzas. Estaba bien vestido y prolijo. Su pelo y barba gris denotaban el paso de los años, el sufrimiento y el dolor. Pero él estaba allí, luchando contra todo y buscando sobrevivir, tal como canta, cada día mejor, Víctor Heredia.


Explicó que no tenía ninguna pensión para cobrar y por lo tanto sus magros ingresos consistían únicamente en vender unas cajas con curitas.


Mostró su carnet de vendedor ambulante otorgado por la Intendencia de Montevideo y dijo que gracias a este podía subir a los ómnibus.


Recorrió todo el bus, mientras este transitaba por la Avenida 18 de Julio, y se encontró con muchas manos abiertas que querían colaborar sin recibir nada a cambio.


Luego de ello se lo veía contento. Tal es así que comenzó a conversar con una niña con cabellos rubios, probablemente una escolar disfrutando de sus vacaciones, que iba acompañada por su madre.


El veterano le dijo que era muy linda y le preguntó si conocía la historia de Narciso.


Le explicó que este personaje se había enamorado de su propia belleza y que, por esta razón, una vez mientras se miraba en un río espejado terminó ahogándose por el amor que tenía por su imagen.


La niña no entendió, miró a su madre y los juegos del Parque Rodó que se veían por la ventana del transporte público.


En ese momento, Luis aprovechó para explicarle a Ildefonso, quien estaba parado en la parte trasera del transporte, que en ese barrio también está la cancha del glorioso Defensor Sporting, aquel primer equipo menor que había conquistado un campeonato uruguayo. 


Le recordó que en ese 1976 el plantel violeta había decidido dar la vuelta olímpica al revés para desafiar a la dictadura cívico-militar.


El 117 ya había cruzado Bulevar Artigas y a Luis se lo veía meditabundo. Los últimos rayos de luz de ese martes se apagaban y el pasaje conversaba sobre la participación celeste en el Sudamericano sub 20.


La madre y la niña bajaron del bus, y Luis le pidió al chofer para descender en el destino. Quería saludar al Río de la Plata y buscar donde dormir.


“Mañana será otro día. Ya veré como lo sobrevivo”, reflexionó.

No hay comentarios.: