2 ene 2023

Diez de Tevet: la vieja historia del odio gratuito y el nuevo gobierno de Israel

Odio gratuito. Ese es el denominador común que llevó a la destrucción de los dos templos de Jerusalén. Faltas éticas, morales, de respeto hacia el otro, y la ausencia de honestidad intelectual, fueron las causantes de este trágico episodio, así como de un milenario exilio forzado del pueblo judío que, gracias a Dios, detuvo la fundación del Estado de Israel en 1948. 


Este martes, 3 de enero de 2023, el pueblo judío vivirá un día de duelo y ayuno por el comienzo del sitio al Primer Templo de Jerusalén, ordenando por el rey babilonio Nabucodonosor, que culminó con su destrucción en el 586 antes de la Era Común.


También, desde el año 1950, el moderno Estado de Israel definió que el 10 de tevet de cada año sea considerado como el Día del Kadish General. El kadish es un rezo judío escrito en arameo que se pronuncia dentro de las diferentes oraciones, pero es particularmente conocido por ser una plegaria de recordación por los fallecidos. 


En este día, cada año y según el calendario judío, en Israel se recita el kadish por aquellos muertos en la Shoá (Holocausto del pueblo judío) cuya fecha de fallecimiento se desconoce y, agrego yo, que tampoco se sabe dónde están enterrados.


Me resulta particularmente conmovedor recordar en este día a los soldados del ejército de Israel desaparecidos en acción, en particular a Ron Arad, secuestrado en 1986 por el movimiento terrorista libanés Amal, y cuyo paradero aún se desconoce, aunque se presume muerto.


Conocí la historia de Arad en 1994 cuando activaba en el movimiento juvenil sionista Jazit Hanoar. Aquel sábado de tarde nuestros líderes nos entregaron una especie de cartulina con la foto del joven Arad y un texto que decía: “Free Ron Arad”.


Esta semana lo volví a recordar, y la emoción se volvió a apoderar de mí. Aun más conmovedor fue cuando me enteré que su hija, Iubal, participó activamente en la campaña por la liberación de Gilad Shalit, soldado secuestrado por Hamas durante más de cinco años (2006-2011).


Además, según la tradición judía más raigal, durante el 10 de tevet se recuerda que durante el reinado helénico de Ptolomeo II rey de Egipto (283 al 246 AEC) este ordenó a 72 ancianos, doctores de la ley judía, traducir el Pentateuco al griego, mientras permanecían separados en habitaciones diferentes en la ciudad egipcia de Alejandría.


La traducción de los 72 fue exactamente igual, y esta obra -posteriormente ampliada- pasó a denominarse Septuaginta o Targum Hasheviim (La traducción de los setenta) en hebreo moderno. 


En diversas fuentes judías clásicas se concibe esta traducción como una tragedia. Luego de terminada, un 8 de tevet, “la oscuridad se apoderó del mundo durante tres días”, indica una de estas, mientras que otra compara el día en que los ancianos finalizaron su trabajo con la jornada en que el pueblo judío construyó el becerro de oro en el desierto, al pie del monte Sinaí, mientras Moisés dialogaba con Dios en las alturas.


¿Es la traducción del Pentateuco al griego antiguo un hecho tan trágico? Considero que no. Tarde o temprano iba a suceder, al igual que ocurrió con la impresión de las primeras biblias en la imprenta de Gutenberg, o como en 1925 cuando los pensadores judíos Martin Buber y Franz Rosenzweig comenzaron a traducir la biblia judía al alemán.


Más adelante en el tiempo, Adin Steinsaltz, experto en Talmud, publicó una edición de esta obra magna con traducciones y comentarios en hebreo moderno para que quienes no entienden el arameo talmúdico la puedan comprender.


Además, el rabino Steinsaltz destinó décadas de su vida a hacer esta misma tarea, pero para el público de habla inglesa.


Por su parte, en nuestro Río de la Plata el rabino Mordejai Edery tradujo el Pentateuco al español donde incluyó los comentarios bíblicos de los principales exégetas sefardíes.


El desafío es no tener miedo de difundir conocimientos y fuentes judías entre los no judíos, sino reflexionar acerca de cómo reapropiarse de estos, resignificarlos, aprehenderlos y aggiornarlos dentro de los marcos que nuestra amplia y diversa tradición nos propone.


Otro hecho luctuoso que se recuerda en el ayuno es el fallecimiento del escriba Esdras, uno de los líderes del retorno a Sión de los judíos exiliados en Babilonia (circa 516 AEC) luego de la destrucción del primer templo.


Este ayuno tiene la particularidad de que es el único de los denominados cortos que, según la organización del calendario lunisolar judío, puede ocurrir un viernes, con lo cual comparte con Yom Kipur (Día del Perdón) y Tisha BeAv (9 de Av) la peculiaridad de que parte del ayuno tiene lugar durante el Shabat (sábado judío).


Hoy día los niveles de odio en la sociedad israelí asustan, y llegan a tal extremo que el nuevo presidente de la Kneset, Amir Ohana, dijo en su discurso inaugural del 29 de diciembre de 2022, que el nuevo gobierno respetará a todas y cada una de las personas y familias, sin discriminar por la orientación identitaria y sexual de cada una de estas.


¿Es necesario decir esto en una democracia vibrante como la israelí? El hecho de que Ohana haya considerado que sí, debe encender una señal de alerta.


La radicalización de la sociedad israelí es responsabilidad de todos los sectores y no solo de uno de ellos. Así que los extremistas laicos, religiosos, izquierdistas y derechistas deberían recordar que, tal como dice el Génesis, Dios nos creó a todos a su imagen y semejanza.


En nuestras plegarias diarias le pedimos a Dios que construya el Templo de Jerusalén pronto en nuestros días y que nos confíe una porción de su Torá (Ley).


Si me permiten, voy a dar vuelta esta súplica. Quiera Dios que nos conduzca por los caminos de la Torá, agradables y de paz, para respetar al prójimo tal como este quiera ser. Quizás en ese momento sí podamos pensar en la reconstrucción del templo, aunque sea de forma simbólica.

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